Aquí hay una escalera.
Y si la subo, da vueltas hacia el infinito. Voy entrando a su caracol y me
enseña su espiral, su desnudez simétrica y dorada. Rueda el vértigo. Paso a
paso voy haciendo un círculo y me encierro. Me emboto, me suprimo. Queda el
punto tieso de mi cuerpo. El corazón se estanca en la repetición de la sangre.
Ay, este peso, gravedad oscura. Escucha a mi corazón cayendo por las escaleras,
como una moneda de plata al fondo de un pozo.
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