domingo, 29 de septiembre de 2013

Una aguja vista desde lo alto



Aquí hay una escalera. Y si la subo, da vueltas hacia el infinito. Voy entrando a su caracol y me enseña su espiral, su desnudez simétrica y dorada. Rueda el vértigo. Paso a paso voy haciendo un círculo y me encierro. Me emboto, me suprimo. Queda el punto tieso de mi cuerpo. El corazón se estanca en la repetición de la sangre. Ay, este peso, gravedad oscura. Escucha a mi corazón cayendo por las escaleras, como una moneda de plata al fondo de un pozo.

Poética



Evito escribir porque me angustio. Evito la palabra, su esqueleto. Evito hacer, enunciar. Evito el excremento, el desperdicio de la letra. Es tan terrible decir algo. Y me aprieto los dientes y me duele la mandíbula. Me sangra la boca amordazada. Querida lengua inútil, atrofiada; carne muerta, como un músculo leproso. Vibran las cuerdas que no tocó nadie. La garganta hiende el aire, pero está atrapada la flecha. Y no digo, no me digo. No hay nada. Esto es como una casa vacía.